Fragmento sin título

[nota de la escritora: este blog es un espacio de construcción orgánica si es eso posible en los textos, es decir no todos los textos aquí publicados se quedan inalterados. Son fragmentos de una escritura que ocurre fuera de los ojos que accesan las redes. Los textos subidos al blog son sólo parte de una propuesta literaria más abarcadora, en pocas palabras: este blog está en proceso de edición constante, una escritura inconclusa. El libro, {y l libros futuros} que es un resultado futuro del blog será muy distinto al blog, gracias por leer.]

Había hecho una rasgadura con una navaja en el fondo de su sleeping bag para guardar las cartas que nunca enviaría pero que le ayudaban a soportar los largos días del abismo al que estaba sometido. Una carta cada dos días para su amada que de seguro a esta altura ya lo había olvidado, porque la esperar en el caribe no es cosa ligera. Pero aún a sabiendas de que ese amor seguramente ya no era correspondido creía que insistir en el epistolario le ayudaría a sobrevivir la enredadera de sentimientos encontrados con los que tenía que bregar día y noche. 

La memoria es un artefacto al que hay que forzarle su naturaleza. Toda la energía que se pone en esbozar una arquitectura del recuerdo, las fotos, las fijaciones súbitas de enmarcar en la quietud un momento en velocidad. Nunca comprendí por qué era necesario un corresponsal de guerra. Es querer documentar la muerte, la quietud, el lanzamiento al abismo. Donde todo pierde el sentido; pero…cómo edificar una noción coherente del sinsentido?

Estar en la guerra es una partida de ajedrez en donde siempre se está en jaque. Solía teorizar a las horas donde pegaba duro el aburrimiento capturando las imágenes más crueles que había visto, reconstruyéndolas obsesivamente y eso lo hacía una especie de traidor. Él lo sabía. Y ese saber era una sustancia con la morfología de unos brazos amarrados por la soga de la imposibilidad. Esto me parecía muy poético pero no lejanamente falso. ¿Habría cabida para tanto razonamiento dentro de esas circunstancias o hubiese sido preferible ser menos humano?

Un comentario sobre “Fragmento sin título

  1. Hay imágenes que se quedan adheridas a los ojos y viceversa, hay ojos que se quedan adheridos a objetos rombos. Por ejemplo, un reproducción de un cuadro hallado en un libro de pintura. Pongamos, nuevamente por ejemplo, la persistencia de la memoria de Dalí. Un detalle, un reloj de bolsillo invadido de hormigas que se transforma en unas hormigas surcando la carátula del disco de Syd Barret. Y el par de ojos que perfora la imagen y la dispone inversamente, digamos a gotas o frenéticos pixeles, en la superficie de tu vestido floreado. Entonces, la magia es el vidriado afán de torcer las cosas para colocarlas en tu mundo y luego despedirse con los lóbulos desgarrados, cayendo en una cascada de sangre que no causa dolor. Hay imágenes que tejen atrocidades en los quelíceros de una araña infestada de hormigas.

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