Es así la luna
que uno se pierde en ella,
es la pregunta que hacemos
cuando nos golpea su sombra.
Un magacín científico
podría explicarnos cosas,
pero el enigma
de verla cada cierto tiempo
Incesante
Incandescente
Es una presencia abismal
que bordea el rastro de las cosas.
Ella nos guarda secretos
y nos despierta
en las memorias dormidas
que seducen a su entorno.
Y se figura
como un cuadro de Kandinsky.
Es el humo que se queda suspendido
luego del incendio de las cosas.
La luna es un crimen perfecto.
Nos ata al misterio del silencio
cómplice de sueños
que nos despierta agitados
como un atardecer de nubes que se mezclan
y nos sorprende
aún cuando estamos dormidos.
Hay un silencio cruel
que da a la suerte con su nombre.
Es la palabra universal
que de cada boca
ha salido alguna vez.
Un beso alienígena que esparce su sombra.
Subrepticio.
En la luna hay un cadáver.
Nadie lo ve.
Eso no es nada.
En cada poema lo hay.
El ojo es una serpiente que se alarga
hasta avistar el hallazgo.
Es el signo suspendido de la duda.
La luna no tiene atmósfera,
no hay música
y la noche es noche toda.
En la dureza de las cosas,
debajo de las piedras,
entre las páginas de un libro oculto
hay palabras que cuelgan
de tendederos rancios.
Relámpagos que huyen
Se escapan
Sueñan a ser pâjaros perdidos
en alguna tormenta de hielo.
[nota de la autora, intenté transcribir el poema con los espacios y desplazamientos de palabras como están en el original pero no se reflejó así en esta plataforma, sigo intentando la transcripción fiel al original. Esos espacios y desplazamientos son el aire de silencio necesario para sostener el ritmo y la arquitectura del poema. También es lo necesario para que el poema respire.]